Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

sábado, mayo 07, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter fifty-two: Shine a light.


Que el buen Señor haga brillar una luz sobre ti. Que haga que cada canción que cantes sea tu tonada favorita. Que el buen Señor haga brillar una luz sobre ti, cálida como el sol de la tarde.
SHINE A LIGHT – THE ROLLING STONES

-Al fin llegaron, ¿dónde se habían metido? –inquiría Mike, quien, como siempre, era el único preocupado de todas las cosas que tenían que hacer- ¡Tenemos un concierto mañana por la tarde y no hemos ensayado ni una vez!
-Calma, toquemos unas cuantas de la triste historia de Christian, Gloria, Jesus, luego toquemos las nuevas y después un cover cualquiera. El público nos amará y nos sabemos todas las canciones a la perfección.
Mike suspiró, cansinamente, a la vez que Billie y Jenny se dejaban caer en el sofá que quedaba desocupado, mientras que Tré los miraba analíticamente.
-¿Por qué quieres tocar las trágicas historias de Christian, Gloria y Jesus, si son tan viejas? –preguntó el baterista.
Billie Joe se encogió se hombros.
-No sé, tengo ganas de tocar esas canciones –se excusó.
Tré siguió mirándolo, con la misma expresión.
-¿Por qué tienes un moretón en el cuello? –inquirió, ahora con tono suspicaz, viendo como Jenny se sonrojaba rápidamente- ¿No habían dejado eso?
Ninguno de los dos se atrevía a hablar. ¿Cómo les explicaban que ahora sabían que se amaban mutuamente? Sabían que eso no les agradaría a sus amigos.
-Se nos fue de las manos –susurró Billie, diciendo parte de la verdad.
-No, hay algo más –musitó Tré, aún mirándolos-. Digo, si hubiera sido eso, ella se habría ido a su pieza después y no habrían llegado tan apega…
Se calló sin llegar a concluir la oración, abriendo los ojos como platos. Fue el turno del guitarrista de sonrosarse, casi tanto como la pelirroja. Mike los miró sin comprender.
-¿Qué ocurre? –preguntó él.
-A Billie al fin se le escapó –susurró Tré.
Mike estaba a punto de preguntar de qué hablaba cuando comprendió. También los quedó mirando sorprendido.
-¿Qué? –inquirió el bajista, en un hilo de voz.
Billie suspiró y se acercó a Jenny, a quien besó, románticamente, ignorando por completo las miradas de sorpresa que les lanzaban sus amigos. Bastaba con eso para que el resto del mundo desapareciese…
Y reapareciese apenas se separasen lo suficiente como para ver las sorprendidas miradas de Mike y Tré. El primero tuvo que sentarse rápidamente, al contrario del baterista, quien se paró y comenzó a caminar de un lado al otro, nerviosamente.
-¿Por qué mierda hiciste eso? –susurró Mike, en un hilo de voz- ¡Pudiste haber fingido perfectamente que no pasaba nada!
-Lo lamento, no soy tan bueno mintiendo –mintió Billie. La verdad era que no soportaba tener a Jenny a su lado sin ningún contacto físico entre ellos, en especial ahora que ella sabía que la correspondía tanto o más-. ¿Por qué se ponen tan nerviosos?
Tré resopló y pegó una especie de saltito ansioso. En otras circunstancias, habría sido muy gracioso, pero no en ese instante.
-¡Simple! ¡Porque ahora somos como sus cómplices! ¡Ahora tenemos que estar ayudándolos a que nadie se dé cuenta y tenemos que ver cómo echan a perder sus vidas y…!
-¡Espera! –lo interrumpió Jenny- ¿Cómo que van a ver cómo echamos a perder nuestras vidas? ¿A qué te refieres con eso?
El tono de voz de la pelirroja era tan desafiante que un escalofrío recorrió a Tré.
-A que irán apartándose cada vez más de sus respectivas familias. Digo… ¿Qué les dirán a Addie y a Joey? ¿Acaso se aman más entre ustedes de lo que aman a sus verdaderas parejas? –se explicó atropelladamente.
-Estoy de acuerdo con él –musitó Mike-. Jenny, ¿cómo les explicarás a tus hijos que amas a su abuelo más que a su padre, si es así? Y tú, Billie, ¿soportarás perder a Joey? Porque si llega a enterarse de esto, te aseguro que no podrás hablar con él nunca más.
Tanto Billie como Jenny sintieron un retorcijón en el estómago. Ninguno de los dos era capaz de lidiar con ninguna de las situaciones que Mike les planteaba.
-Todavía no hemos decidido qué hacer –murmuró el guitarrista.
-Pero lo haremos –musitó la escritora, segura de sus palabras.
Mike suspiró.
-Ok, hagan lo que quieran, pero no los cubriremos con Addie y Joey –farfulló-. Ahora, Billie, por favor, ensayemos algo.
-De acuerdo –accedió Billie, a regañadientes.
Así comenzaron a practicar las canciones en el mismo “living” de la suite. Mike había llamado a Rob para que les mandaran algunos instrumentos a la suite, así que no habían tenido ningún inconveniente…
Sin contar los tres vecinos de la suite que fueron a quejarse a eso de las diez y media, tras lo que ensayaron sin amplificadores y con la batería en mudo. Brian, quien había estado tomando un baño de tina, se unió a Jenny al “concierto privado”, el cual la pelirroja no pudo escuchar entero, ya que cayó dormida poco antes de que terminara, a la mitad de “Before the lobotomy”.

-Elegiste esas canciones porque te recuerdan a cuando la conociste, ¿no? –le preguntó Mike, al notar que, al finalizar la canción, Billie sólo tenía ojos para la mujer que dormía en el sofá. El hombre asintió, sonrosado- ¿Qué haremos contigo?
-¿A qué te refieres? –preguntó el guitarrista, extrañado.
-A qué harán contigo porque andas demasiado romántico –intervino Brian, desde el sofá más cercano a Tré que encontró disponible.
-Mi esposo tiene su punto –comentó el baterista-. ¿Cómo te pondrás cuando no estés con ella? Ni en nuestras primeras giras desde que conociste a Addie estabas así.
Billie se limitó a sentarse al lado de la pelirroja y a acariciarle el rostro con el dorso de su mano, mirándola fijamente. Sus amigos tenían razón: No aguantaría estar lejos de ella mucho rato. La mera perspectiva de tener que alejarse de ella cuando sus giras no coincidieran era demasiado para él.
-Anda a acostarla para que no te distraigas. Tenemos que llenar quince minutos más y ya conté Good Riddance… Tenemos que encontrar otra canción para el final de nuestros conciertos –lo interrumpió Mike, mirando su reloj, donde cronometraba cuanto rato habían cubierto.
-No contaste las presentaciones –susurró Billie, aún acariciándole la mejilla a la pelirroja-. Y no pienso hacer otra mierda como esa.
-De acuerdo, no más yo decía –bromeó el bajista, con un falso acento mexicano en su voz-. Pero aún nos quedan unos cinco minutos, por lo menos.
Billie suspiró y tomó a Jenny en brazos, cuidadosamente, tras lo que se dirigió a su cuarto. Prefirió dejarla ahí, con la excusa de que no tenía las llaves de la suite de la pelirroja, tras lo que volvió donde estaban los demás.
-Shine a Light –dijo, tomando la botella pegada a la escoba que utilizaban para simular un micrófono en los ensayos “acústicos”.
-¿Eh? –inquirió Tré, distraído.
-La canción para los cinco minutos que faltan –se explicó-. Un lindo tributo a los Stones y nos da la oportunidad para tener un show psicodélico.
Mike rió entre dientes.
-Estás cerca de los cincuenta, ¿y todavía quieres un show psicodélico? –preguntó, con risa.
-¡Por supuesto! Nunca me dejas tenerlo –comenzó a quejarse Billie-. Primero porque éramos muy punks para tener uno, después porque habías tenido una mala experiencia con el ácido y no querías recordarla, después tampoco porque ustedes dos andaban pirómanos…
-Ok, ok, tendremos tu show psicodélico –lo interrumpió Tré, también riendo. Muchas luces, muchos colores.
-¡Yei! –exclamó el guitarrista, dando un saltito.
-Ya, ensayen de una puta vez, quiero escuchar –interrumpió Brian.
Y el ensayo continuó.

Jenny despertó confundida al día siguiente. ¿Por qué ya no estaba en el sofá? ¿Y por qué sentía que alguien la abrazaba estrechamente?
Abrió los ojos.
Era Billie quien la abrazaba, sólo en boxers con su rostro frente al suyo. Con una temblorosa mano, la mujer comenzó a acariciarle la mejilla, sonriendo al sentir como la respiración del hombre se aceleraba levemente. Aún sonriendo, comenzó a acariciarle el pecho, en el cual se apoyó al rato después, logrando escuchar como el corazón del hombre también se aceleraba, sin importarle que el suyo estuviese en una situación muy similar.
-Te amo –susurró ella.
-Yo más –le contestó él, en un tono muy áspero de voz-. ¿Hace cuánto despertaste?
Ella sonrió y levantó la mirada, para encontrarse con los ojos verdes del guitarrista brillando intensamente.
-Hace un par de minutos. ¿Qué pasó anoche? –respondió y preguntó.
Billie le dio un corto beso.
-Te dormiste y te traje aquí. Terminamos el ensayo y me vine también. Necesitaba dormir un poco después de lo de la tarde –dijo, haciendo que la mujer se sonrojara. Suspiró-. ¿Vendrás al show?
-Depende, ¿a qué hora es? –preguntó.
Él hizo una mueca, intentando recordar.
-A las nueve –dijo al final-. Y después no sé a dónde vamos.
Ella asintió, pensativamente.
-Yo termino a las ocho y mi vuelo sale con el de ustedes. Parece que coincidimos, tampoco sé a dónde voy –murmuró-. Ok, iré, pero necesito una entrada y alguien que me ayude a llegar a donde sea que me ubiquen.
Él la besó.
-Primera fila –le dijo.
-¿Qué? ¿Cómo quieres que llegue a la primera fila si voy a llegar entre las últimas personas? –preguntó Jenny, extrañada.
-Con un guardaespaldas, obviamente –respondió Billie, con una sonrisa. Le dio un corto beso en los labios-. Ahora, si me disculpas, tengo que ir a levantarme.
-Sí, yo tengo que volver a mi suite –murmuró.
Tras darse otro corto beso, cada uno se fue a lo suyo.
El día de Jenny fue bastante normal para ella: Desayunar con los chicos en el hotel, ir a firmar libros en una librería y leer dos capítulos en la misma librería, tras lo que pudo dirigirse al estadio de Nueva Zelanda en el que los chicos se presentaban aquella noche.
El lugar estaba atestado. La fila era gigantesca y recién iban entrando los primeros, pero le bastó con mostrar el pase que tenía desde los dieciséis años para que le llamasen un guardia y la dejasen pasar de inmediato a la primera fila, ocasionando que varios fans la mirasen con odio. Agradeció que Brian estuviera ahí. Obviamente él no era capaz de defenderla de los iracundos fans, pero era lo suficientemente alto como para que nadie se acercara a gritarle ni nada.
A las nueve en punto las luces que alumbraban el lugar se apagaron, dándole el paso a las luces que iluminaron el escenario de diversos colores y al conejo rosado de siempre.
-Me pregunto si Tré podrá conseguirse ese traje para la noche –murmuró Brian.
Me pregunto si Billie podrá usar la corona y la capa fuera del escenario pensó la pelirroja, con una idea un tanto sucia en mente. Sacudió su cabeza y se unió al público y al conejo en el “Hey, ho, let’s go!”, tras lo que el sujeto se retiró, dando inicio a la canción con la que entraban a todos sus conciertos desde el lejano 2005. Y, pese a haberlos vistos ya unas cien veces en vivo, se puso a gritar junto a los demás al verlos aparecer en el escenario, al igual que Brian.
Y comenzó el concierto.
Cantó junto al público, rió, intentó (fallidamente) atrapar la corbata y la corona del guitarrista, mas logró atrapar los cuernos que se ponía (de hecho, él se los tiró directamente a ella, causando que se sonrojara levemente). Saltó junto a todos y, antes de lo esperado, el concierto terminó con la clásica Good Riddance…
-Green Day, Green Day, Green Day –aclamaba el público, rogando por una última canción, pese a saber que ellos no volverían a salir…
Repentinamente, una batería rompió el silencio, seguida por el sonido de las cuatro cuerdas de un bajo ser rasgueadas (junto a las seis de una guitarra) y varios acordes al azar en el piano. El mundo hizo una ovación.
-Te vi apartada en el Cuarto Diez O Nueve, con una sonrisa en tu rostro y una lágrima justo en tu ojo –cantó Billie desde la oscuridad del escenario, únicamente acompañado por el piano-. Oh, no podía esperar para conseguir una línea de ti, mi dulce amor. Un conjunto de joyería tintineando calle abajo, inflamando los ojos de todas las mujeres con que te encontrabas. No podía esperar para estar “volando” en ti, mi dulce amor…
Silencio…
Junto con la repentina aparición de todos los instrumentos, varias luces de colores alumbraron el escenario, mostrando a Billie Joe con un foco entre sus manos.
-Ojalá que el buen señor haga brillar una luz en ti, ojalá que haga que cada canción que cantes sea tu canción favorita –cantó, iluminando a varias personas al azar, tras lo que alumbró a Jenny, directamente, sonriéndole-. Ojalá que el buen señor haga brillar una luz en ti, cálida como el sol del atardecer.
Sintió una especie de estática recorrer su cuerpo, a la vez que sentía cómo la sangre se acumulaba en sus mejillas. No le importaba todo el público que había, no le importaban ni Brian, ni Mike, ni Tré, ni Jason. Todo lo que le importaba era que tenía que estar en los brazos de Billie en ese instante.
Bastó con que la luz se apartara enfocando a alguien más (por menos tiempo que lo que la enfocó a ella, claro está) para que la realidad cayera sobre ella nuevamente: Eso nunca pasaría.

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