Jenny despertó a eso de las diez de la mañana. Se extrañó al encontrarse desnuda, tras lo cual recordó lo que había pasado la noche anterior. Sintió una fuerte punzada de culpa. ¿Por qué había permitido que ocurriera nuevamente?
¿Qué tan necesitado está este idiota? pensó otro lado de su mente.
¿Por qué le hacía eso? Él sabía que lo amaba, y no la estaba ayudando a superarlo en lo absoluto. De hecho, ahora pasaría todo el día pensando en lo ocurrido durante la noche. Bueno, no todo el día, ya que tenía que mantenerse concentrada para la tarde, hora en la que tenía que ir a ver las audiciones para la película. Todd le había dicho que quería que participase lo más posible en la película. Incluso le preguntó si quería actuar ella misma, ante lo que se negó.
Aburrida de estar tirada en la cama pensando en Billie Joe, decidió levantarse. Entró al baño, hizo sus necesidades, se duchó y volvió a la habitación, envuelta en una toalla. Ahí se secó y vistió con un par de jeans y una polera blanca con frases en azul, además de sus zapatillas de siempre. Se acomodó el cabello y se sentó en la cama. No tenía hambre, así que no valía la pena bajar a desayunar.
Piensa en algo que no sea Billie Joe.
¿Cómo podía ser él? Nadie podía fingir su muerte durante cincuenta años. Era ilógico. Aun si Jim era, en todos los sentidos, un genio.
¿Y para qué la habría fingido de todos modos? Había estado en la cima…
Y luego se había retirado misteriosamente, para radicarse en París.
No, no misteriosamente. Fue por Pam… se recordó a sí misma.
Pero no podía seguir haciendo suposiciones sin saber sí era él o no. ¿Cómo comprobarlo? Nadie lo había visto en cincuenta años, no habían fotos de él actuales (obviamente, ya que estaba muerto). ¿Cómo podía compararlo con el real?
-Jess –susurró.
Si no lo recuerdan, hay otra Jess en esta historia, y esa Jess era una de las mejores amigas que Jenny tenía en el colegio. ¿Por qué se acordó de ella en un momento así? Muy simple: Su amiga era muy buena dibujando. Tan así, que si le pasaba el retrato de un bebé, ella podía dibujar el cómo sería cuando viejo.
Se paró de un salto y corrió hacia su bolso, de donde sacó su celular. Marcó el número de su amiga y esperó.
Un tono… Dos…
-¿Aló? –preguntó una voz femenina.
-¡Jess! ¡Tanto tiempo! –saludó la pelirroja.
-¡Jenny! –dijo su amiga, devolviendo el saludo- ¿Cómo estás?
-Bien, aquí en Londres –contestó, como si nada-. ¿Tú?
-Igual bien, aquí en San Francisco como siempre –dijo ella. Jenny rió-. Algo me dice que no llamabas sólo para saludar desde allá.
-Eh… Sí, necesito un pequeño favor. –Jess no dijo nada, instando a Jenny a continuar.- ¿Puedes tomar una foto de Jim Morrison y envejecerlo unos cincuenta años?
Su amiga rió.
-Claro, te lo tengo listo el viernes. ¿Te lo mando al mail? –contestó y preguntó.
-Sí, por favor.
Hablaron un poco más y cortaron la comunicación.
Pensando que lo mejor que podía hacer para no levantar sospechas de que algo raro ocurría era hablar con los chicos (preferentemente con Tré), salió de su habitación y cruzó el pasillo.
Sin embargo, se arrepintió cuando, al tocar la puerta, le abrió Billie.
-Hola –musitó él, enrojeciendo rápidamente.
-Hola –respondió ella-. Mejor me voy…
-¡No! –exclamó él, de inmediato- No hace falta. –Se le acercó más a la pelirroja.- Tenemos que aprender a comportarnos.
-¿Tenemos? –inquirió ella- ¡¿Tenemos?! ¡Tú eres el idiota que no logra contenerse cada vez que estamos solos!
-Shh –chitó él, al notar como ella iba subiendo el tono de voz.
-¡Tú eres el que está felizmente casado y engaña a su esposa con su nuera! –susurró ella.
-No te he visto negándote –soltó él, sin pensar en lo que decía.
Jennifer lo miró, dolida.
-Te amo, ¿crees que voy a negarme a eso? –susurró ella. Retrocedió un paso- Realmente será mejor que me vaya.
Sin más, ella se alejó, pero, en lugar de volver a su cuarto, bajó por las escaleras.
-Yo igual te amo –susurró él, dejándose caer en el piso y apoyándose en la puerta.
¿Por qué era tan imbécil?
-Si sigues así, tendrás que confesar –se dijo a sí mismo, poniéndose de pié-. Y eso sí que es algo que no puedes hacer.
Entró a la suite, para encontrarse con Tré, quien parecía estar dirigiéndose a la puerta.
-¿Quién era? –preguntó el baterista.
-Nadie, un sujeto se equivocó; tuve que darle las indicaciones para llegar al hotel correcto –inventó Billie-. Voy a dar una vuelta.
-Tienes que volver antes de las dos –le gritó Mike desde el interior-. Después tenemos una entrevista.
Asintiendo, tomó su abrigo que estaba en el colgador que estaba al lado de la puerta y se dirigió al ascensor, temiendo encontrarse con Jenny en las escaleras.
Dio varias vueltas por las cuadras cercanas, en las que meditó todo el lío que había creado entre él y Jenny, llegando a una única conclusión: Debía pedirle disculpas.
Con eso en mente, se devolvió al hotel. Subió todos los pisos por la escalera, con la intención de retrasar el momento en el que hablaría con Jenny.
Sin embargo, el plan le salió al revés, ya que la pelirroja estaba sentada en uno de los tantos descansos. Armándose de valor, se acercó a ella y se sentó a su lado.
-Lo siento –susurró él-. Tienes razón al llamarme imbécil e idiota. No sé porqué lo hago, es sólo que… -Negó.- No tengo idea de qué pasa por mi cabeza que cada vez que estamos solos pierdo el control, y…
-Cállate de una vez, te perdono –lo interrumpió ella-. Y tienes razón al decir que yo no me niego. Debería hacerlo, pero no puedo.
Se cubrió el rostro con las manos. Billie suspiró.
-Trataré de que no se vuelva a repetir –musitó.
Ella levantó la mirada.
-Siempre dices lo mismo –musitó. Silencio-. ¿Por qué lo haces?
-¿Qué? –preguntó él, confuso.
-Tú estás felizmente casado. Addie no te engaña y nunca lo ha hecho, tú estás total y completamente enamorado de ella, y, aún así, te metes conmigo cada vez que puedes. ¿Por qué? –inquirió ella.
-Porque…
-No me salgas con lo de Jennifer Lovett, porque eso ya está más que en el olvido –lo cortó ella al instante.
-Entonces no sé qué responderte –susurró.
Silencio.
-Prométeme que no volverá a suceder –le pidió ella, mirándolo directamente a los ojos. Él no dijo nada-. ¡Promételo!
-¡No puedo! –exclamó él- Es como cuando me hiciste prometer que nunca más te volvería a besar, siendo que ya besabas demasiado bien…
Ella sonrió, amargamente.
-Tú me enseñaste a besar, ¿qué querías? –farfulló ella, sonrojándose. Suspiró- ¿Qué haremos si vuelve a pasar?
Billie sonrió levemente.
-Disfrutarlo –respondió, como si nada-. De nada nos sirve lamentarnos. Si vuelve a pasar, al menos disfrutémoslo.
Se miraron a los ojos.
-No sabes cuantas ganas de besarte tengo en este instante –susurró Jenny.
-Entonces hazlo –susurró él, acercándose.
Ella iba a acercarse, pero se detuvo al escuchar pasos provenientes del piso inferior. Rápidamente, se puso de pié y subió el tramo de escaleras que los separaba de su piso.
-¿Sabes que si me acompañas al interior, es muy probable que vuelva a pasar? –preguntó ella, mirándolo fijamente a sus ojos verdes.
Billie abrió la puerta, devolviéndole la mirada.
-¿Qué te parece si desarrollamos una relación más… abierta? –preguntó él, acercándose a la pelirroja.
-¿A qué te refieres? –preguntó ella, sintiéndose desfallecer.
-A que, si surge un beso, dejémoslo seguir; si surge algo más, no nos hagamos problemas –explicó él, rozando los labios de ambos-. ¿Qué me dices?
-Te digo que eres un total imbécil –susurró ella.
Y lo besó, intensamente.
Entre besos, avanzaron por el cuarto, hasta llegar a la cama, donde Billie la recostó suavemente contra la colcha. Luego se puso sobre ella y comenzó a besarla, acariciándola por debajo de la polera.
-Te amo –susurró ella, entre besos-. Mierda que se siente bien decirlo.
Me lo puedo imaginar pensó él.
Sin embargo, ella dejó de besarlo de la nada. De hecho, se separó de él.
-¿Qué? –inquirió Billie, un tanto decepcionado.
Jenny se sentó y se volteó, para tomar un papel que estaba debajo de ella. Extrañada, lo abrió, para encontrarse con una frase escrita en griego.
-No sé griego –masculló, molesta.
-Yo tampoco, pero sé que es esa frase –musitó él, sorprendiéndola. Jenny lo instó a continuar-. Significa “cada uno es dueño de los demonios que carga dentro”
-Eso es…
-Eso es lo que está escrito en la tumba de Jim.
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