Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

miércoles, mayo 04, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter thirteen: What's going on?


El café Okay estaba ubicado a un par de cuadras de Adeline Street, por lo que Jennifer no estaba tan perdida. Sin embargo, no era una calle que frecuentara, y el hecho de no haber visto a su padre desde hacía muchos años, sumándole la prisa con la que le había hablado, la ponía bastante nerviosa.
Llegó al lugar. Estacionó el auto en un estacionamiento que había en la cuadra del frente y se dirigió al café, fuera del cual había varias mesitas. Tras revisar que su padre no estuviera en el interior, se sentó en una de ellas y sacó una libreta, en la cual escribía todas las ideas que tenía para sus historias. Para no aburrirse, comenzó a escribir nombres al azar para personajes de alguna historia nueva.
-Disculpe… ¿No va a tomar nada? –la interrumpió un joven, de cabello claro, ojos castaños y un notable acné.
-Eh… Sí, un mokaccino con capuchino –pidió.
-Eh… ¿Dos cafés? –inquirió, extrañado.
-No, no, los dos juntos… Sólo mezcle.
Aún extrañado, el hombre se dirigió al interior del local a servir la orden.
Cinco minutos después, el camarero volvió con su pedido y continuó con su trabajo, sorbiendo, de tanto en tanto, su extraña mezcla. Así pasaron diez minutos, tras los cuales, aburrida de inventar nombres, fechas de nacimiento y demás, comenzó a mirar a su alrededor. Y, a lo lejos, divisó la figura de un hombre de cincuenta y un años: Su padre.
John Kiffmeyer lucía mucho mayor de lo que era en realidad. Ya casi no le quedaba cabello y su rostro tenía varias arrugas nuevas, además de dos grandes y profundas ojeras. Lo demás seguía exactamente igual que la última vez que lo vio.
-Hola, Jennifer –la saludó él, una vez que estuvo a su lado.
-Hola –saludó ella de vuelta, un tanto más apagada.
La verdad era que no se sentía cómoda diciéndole “John”, y se sentía mucho menos cómoda diciéndole “padre” o “papá”. No podía llamar así a alguien con quien no hablaba hacía más de ocho años. No podía decirle así al sujeto que no había ido a su boda y que no se había molestado en conocer a sus nietos. No podía, ni siquiera, intentar hablar con él como si tuvieran algún parentesco.
-Veo que te ha ido bien –musitó él, echándole un rápido vistazo-. ¿Cómo está tu familia? ¿Sigues con el hijo de Billie Joe?
Jennifer suspiró.
-Su nombre es Joseph. Y claro que sigo con él y con nuestros dos hijos –respondió-. ¿Cómo está mamá?
John le hizo una seña al camarero y le pidió un expreso. En cuanto el camarero entró a pedir la orden, respondió.
-Tiene cáncer al pulmón –soltó.
Supongo que supondrán lo sorprendida que quedó Jenny. Que ella supiera, su madre no fumaba. De hecho, en su casa no había ni ceniceros que la mujer pudiera utilizar.
-Mamá no fuma –afirmó ella, intentando convencerse de que su padre mentía.
-No fumaba –corrigió él-. Cuando te fuiste, comenzó a fumar, y mucho. Le dieron un año hace tres meses.
Ella se mordió el labio inferior.
-¿No hay nada que pueda hacerse? Puedo pagar el tratamiento, puedo…
-Eso no importa ahora, Jennifer –la interrumpió John-. No vinimos a hablar de tu madre.
Ella lo miró intrigada.
-¿No? –El negó.- ¿Entonces de qué?
John Kiffmeyer no dijo nada hasta que el camarero le entregó su expreso, unos cinco minutos después, cinco minutos que a Jenny se le hicieron eternos.
-A lo que vine –masculló el hombre, tras darle un sorbo a su café-. ¿Qué tienen en común Jimi Hendrix, Jim Morri…?
-¡Tú eres el de las llamadas! –lo interrumpió ella.
-¡No! ¡Claro que no! –se defendió él- Limítate a responder mi pregunta.
-Bueno, que están todos muertos –farfulló la pelirroja.
-¿Qué más?
Jenny notó como una gota de sudor corría por la frente de su padre. No hacía calor y su café no estaba lo suficientemente caliente como para causar eso, por lo que la mujer se lo atribuyó a los nervios.
-Padre, ¿qué está pasando?
-¡Sólo responde! –exclamó él, ahora impaciente.
-Bueno, que eran músicos.
-Entonces, si sólo son músicos quienes mueren, ¿por qué te están llamando a ti? –dijo John, bebiendo su expreso- Te agradecería que te apuraras.
Jennifer se puso a pensar, rápidamente. ¿Para qué la querrían a ella?
Y llegó a una terrible conclusión.
-¡Para acercarse a Joey! –exclamó.
Él suspiró.
-Creí que eras inteligente. No, Jennifer. Tu marido no importa, de hecho, planea retirarse. El importante es alguien más…
Jenny empalideció.
-No… -susurró.
-Creo que entendiste –dijo él.
Tomó lo que quedaba de su café de un sorbo, dejándola sola por unos segundos, antes de que pudiera reaccionar, se incorporara y corriera tras él.
-¡Papá! –exclamó, alcanzándolo- ¿Por qué quieren a Billie? ¿Cómo lo sabes?
Él sonrió, leve y amargamente.
-Años sin escucharte llamarme así y me lo dices para salvar a tu amigo. –Suspiró.- No puedo contestar el cómo lo sé, pero resulta que el disco de tu amigo será un éxito y… -John miró de reojo a una de las azoteas- No puedo decir más, por tu bien.
Se acercó a ella y, torpemente, le dio un abrazo.
-Buena suerte –susurró.
-Papá, ¿qué está pasando? –inquirió ella, desesperándose.
Él sólo sonrió y cruzó a la calle, justo cuando la luz cambiaba, impidiendo que ella cruzara y haciendo que el hombre se perdiera tras muchos autos.
-Mierda –maldijo la pelirroja.
Sin más preámbulos, echó a correr a su auto. Encendió el motor y sacó el celular. Marcó rápidamente un número y esperó a que contestaran.
-¿Aló? –preguntó una voz masculina.
Jenny tomó aire.
-¿Tré? –inquirió ella, para asegurarse de que no fueran ni Billie ni Mike.
-¿Jenny? ¿Qué pasa? –preguntó él, extrañado de que lo llamara y de lo agitada que sonaba.
-No preguntes porqué, pero necesito hablar contigo, urgente –dijo ella, rápidamente-. Por favor.
-Ok, ¿dónde nos juntamos? –preguntó, aún extrañado.
-¿Puede ser en tu casa? –Él dijo que sí.- Voy enseguida…
-Ok, pero ¿qué pasa?
Ella suspiró.
-Necesito los rumores de esos músicos muertos, urgente –dijo.
-¿Eso es urgente? –inquirió él, más extrañado aún.
-Es que… -Volvió a suspirar.- Te lo explicaré allá.
-De acuerdo…
Y colgaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario