Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 08, 2011

Suffocate. - Capítulo 9: Necesito pensar.


-¿Vas a decir algo o tendré que echarte de todos modos? –inquirí.
Ya habían pasado unos cinco minutos y Billie aún no se dignaba a hablar. Parecía estar muy ocupado buscando una forma en la que podría explicarme toda la mierda que pasaba por su cabeza de algún modo convincente.
-Ahora hablaré –murmuró-. Es que… Mierda, ¿de verdad nunca te preguntaste el porqué te empezamos a excluir tanto con Mike?
Abrí mucho los ojos, sorprendido. ¿Había oído bien? ¿Ese repentino alejamiento no había sido parte de mi imaginación? ¿No me había imaginado ni la falta de interés en mi persona ni la repentina desaparición de los “ensayos” (que en realidad eran juntas para beber, pero esa es otra historia)?
-¿No era idea mía? –susurré, intentando controlar mis emociones. Al fin tenía la prueba de que toda esta autodestrucción que había comenzado hacia mi persona era, de algún modo, fundamentada.
Él negó, cabizbajo.
-Necesitaba alejarte de mí –murmuró-. Mike comenzó a darse cuenta de que el alejamiento contigo no era sólo culpa tuya, sino que en parte mía, pero no comenzó a hacer nada al respecto hasta la semana pasada, que es cuando empezó a obligarme a que le diera una explicación o, al menos, que te invitáramos a nuestras salidas y demás.
Fue mi turno de negar.
-Aún no me explicas el porqué empezó todo esto –musité.
-A eso voy –masculló él-. La razón por la que necesitaba alejarte de mí, era porque… Mierda… -Se cubrió el rostro con ambas manos, intentando que no viera lo sonrosado que estaba.- Con Adrienne estaba (y estoy) teniendo muchísimas complicaciones… Ha pasado más de un mes desde la última vez que intentamos tener relaciones, ¿sabes? Y creí que todo se iba a arreglar, si tenía paciencia…
»Pero tú me conoces. Tengo menos paciencia que una cabra. Así que, poco a poco, en lugar de aguantar, empecé a desplazar lo que sentía por Addie hacia alguien más… No de un modo consciente, ¿sabes? Simplemente empecé “con él estaría mejor”, “con él no discutiríamos por esto”, “él definitivamente entendería esto”…
-Y ese “él” –lo interrumpí-, ¿era yo?
Billie asintió, causando que su sonrojo llegara hasta sus orejas, revelándome que estaba tan rojo como un tomate.
-No en un principio –susurró-. En un principio (harán ya unos tres meses), era simplemente “alguien”. Poco a poco fue convirtiéndose en un “él”, para acabar siendo tú. Me di cuenta que tú eras lo que buscaba.
Silencio.
-¿Por eso me sacaste de la casa de Mike ayer? –inquirí, ante lo que Billie negó.
-Te saqué porque, hace unos días, me diste la prueba de que lo que sentía podría llegar a ser correspondido; creo que me equivoqué –aclaró.
Lo miré extrañado.
-¿Qué prueba fue esa, si puedo saberlo? –pregunté, sin comprender.
Billie rió, levemente.
-Realmente me equivoqué. El día que la traficante se acercó a cobrarte… Cuando volviste al auto… Mierda, la forma en la que me mirabas… Sabía que había sido mi imaginación, pero me di esperanzas –se explicó.
Mi expresión cambió de extrañada a sorprendida: Sí se había dado cuenta.
-¿Addie sabe que estás desplazando lo que sentías por ella hacia otra persona? –pregunté, en un susurro.
Él cabeceó levemente, pensativo.
-Se lo supone, como yo me supongo que ella ya no me quiere –contestó-. ¿Por qué? ¿Cambia de algún modo tu perspectiva ante el asunto?
No me había dado cuenta cómo él se había ido acercando poco a poco hacia mí y que tenía sus manos sobre las mías. Sentí cómo la sangre se iba a mi cara. Para mi buena suerte, ya era lo suficientemente “rojizo” como para que esto pasara desapercibido.
Y, sin ser plenamente consciente de mis actos, acorté la distancia, causando una discreta sonrisa de parte del guitarrista, quien se acercó más y me besó, lentamente, ante lo que un escalofrío recorrió mi espalda. Me separé de él a los pocos minutos.
-Necesito pensar –murmuré, aún lo suficientemente cerca como para sentir su respiración contra mi rostro.
-Tengo tiempo –musitó él.
Silencio.
-Espérame aquí, vuelvo en una hora –murmuré, poniéndome de pié, saliendo de la pieza; habíamos dormido totalmente vestidos, incluso con zapatos.
-¿A dónde vas? –me preguntó, ansioso.
-No lo sé –mentí. Sabía perfectamente a qué callejón iba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario