Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 08, 2011

Suffocate. - Capítulo 5: ¿Tanto se nota?


Fue un alivio darme cuenta de que no me era tan difícil interactuar con mis amigos. De hecho, ni siquiera tuve problemas con Billie. Al parecer, lo de mis posibles sentimientos hacia el guitarrista era una falsa alarma, que me indicaba que estaba desesperado por tener alguna novia nuevamente. Decidí prestarle atención a eso más adelante, ya que, de momento, estaba muy ocupado intentando no emborracharme. No quería quedar como consumidor de cocaína y alcohólico frente a Billie y Mike en un mismo día.
         Mis amigos se fueron a eso de las once y media. Al día siguiente era sábado, por lo que no teníamos que ir al estudio, pero debían irse porque Adrienne y Brittany los esperaban. Una punzada de celos me perforó el estómago cuando se excusaron con ese pretexto. Sí, estaba necesitado de una relación, era más que claro.
         -¿Nos juntamos mañana? –me preguntó Mike, en la puerta; Billie ya estaba yéndose en su auto- Britt irá a visitar a sus padres con Brixton mañana, así que nos podemos juntar los tres en mi casa.
         Asentí, sin percatarme de que mi sonrisa era auténtica. Mierda, había bebido lo suficiente como para llegar al estado de felicidad inexplicable. Bebía algo más y pasaría a la melancolía.
         -Adiós –me despedí, mientras el bajista se dirigía a su auto.
         Él sólo me hizo una señal con su mano.
         Me quedé apoyado en el umbral de la puerta hasta que el auto de mi amigo cruzó el portón. Luego me entré y cerré la puerta, tras lo que le eché seguro. Me estiré y me dirigí a mi habitación, en el segundo piso. Ahí me quité todo, a excepción de la ropa interior, tras lo que fui al baño. Hice mis necesidades, me cepillé los dientes (sería un alcohólico en potencia, pero aún tenía hábitos de aseo normales, ¿ya?) y volví a mi cuarto. Suspiré.
         -Quizás todo se arregle y esto de odiar a todo y todos es sólo una etapa –susurré, esperanzado, con una pequeña sonrisa, la cual borré al instante-. A quien engaño, soy un caso perdido.
         Sin más, me tiré bocabajo en la cama, para quedarme dormido a los pocos minutos.

         Eran alrededor de las tres de la tarde y ya me encontraba en la callejuela en la que solía encontrarme con mi traficante. Caminé hacia ella, rebuscando el dinero en el bolsillo trasero de mi pantalón.
         -Tarada, te tengo tu dinero –mascullé, sobresaltándola, causando que se volteara: No me había escuchado llegar.
         -Al fin –susurró ella, recibiendo los billetes-. Deja contarlos y luego te puedes ir.
         Me limité a asentir y a dirigirme a una de las paredes, en la que me apoyé, esperando a que terminara de una vez…
         Me sorprendí al tenerla, repentinamente, frente a mí, bastante cerca.
         -¿Qué haces? –inquirí, intentando que mi voz no sonara muy temblorosa. Estaba demasiado cerca. Bastaba con que me inclinara un poco y la tendría a menos de un centímetro.
         Ella no me respondió y se acercó más aún, dejando nuestros cuerpos bastante apegados.
         -Hey, ¿qué haces? ¡Aléjate! –inquirí y exclamé, mordiéndome el labio inferior levemente. Mierda, mierda, mierda…
         Y, al contrario de lo que le pedí, rodeó mi cintura con sus piernas, mirándome provocadoramente.
         -Eres hombre, tienes tus necesidades… Y algo me dice que ha pasado un buen tiempo desde la última vez que alguien las satisface –me susurró al oído, con una maliciosa sonrisa.
         -¿Tanto se nota? –pregunté, con una risita nerviosa.
         Ella asintió.
         -Pero podemos cambiar eso –susurró, apegándose más a mí.
         Acercó sus labios a los míos…

         Desperté, agitado. Estaba cubierto en sudor y mi estómago me dolía, bastante. Sin pensar en lo que hacía, me dirigí al baño, en cuyo inodoro vomité, para volver a mi habitación y tirarme bocarriba en la cama, pensativo, preguntándome cuánto más aguantaría antes de rendirme y pagarle a alguien para que cumpliera el “servicio” que ella estuvo a punto de hacer gratuitamente en mi sueño.

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