Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

lunes, mayo 09, 2011

Suffocate. - Capítulo 26: Que se detenga.


-¡Tré! –gritaba alguien, golpeando fuertemente la puerta de mi habitación- ¡Abre la jodida puerta!
         No tenía la menor idea acerca del día o la hora que era. De lo único de lo que era consciente era de mi dolor de cabeza y de mi dolor de estómago, ambos productos de todo el alcohol consumido.
         -Por la mierda, Tré, ¡abre o da alguna señal de vida!
No fui capaz de emitir ningún sonido que revelara mi presencia, como tampoco fui capaz de distinguir a quien pertenecía la voz que me llamaba. Lo único que fui capaz de hacer fue tomar otro sorbo de la botella que tenía en mi mano, de forma mecánica... O al menos lo intenté, ya que no se sentí el líquido en mis labios o mi rostro, sino que lo sentí en mi pecho, ya que no había sido capaz de levantar más mi brazo. Con un esfuerzo sobrehumano, me ladeé, vomité y me sumí, una vez más, en uno de mis tantos momentos de inconsciencia... Momento que no acabó hasta sentir un frío líquido golpear mi rostro.
-¿Qué mierda? –pregunté, apenas abriendo mis ojos, para volver a cerrarlos; la luz del lugar me molestaba.
Me sorprendí al escuchar mi voz. Estaba ronca, áspera y apenas reconocible.
-Al fin, me tenías preocupado –masculló la persona que me había tirado el agua, persona cuya voz reconocí como la última que quería oír en ese instante-. ¿Qué pasó?
Con un nuevo gran esfuerzo, abrí los ojos y enfoqué mi mirada, para encontrarme con un par de ojos verdes mirándome fijamente.
-Ándate –susurré, sentándome, apoyando mi espalda en una superficie fría.
Billie me miró extrañado.
-¿Qué pasó? –volvió a preguntar, acuclillándose frente a mí y acariciándome mi mejilla suavemente, con su mano. Intenté que me soltara, mas mi brazo no respondió al ordenarle que empujara al guitarrista.
-Te metiste con mi novia, eso pasó –mascullé. O lo intenté, ya que sólo conseguí farfullar algo indescifrable, que causó que Billie me mirase extrañado.
-¡Mike, ya despertó! –gritó él, decidiendo que no conseguiría sacarme nada más.
-Al fin... ¿Cómo está? –escuché que Mike gritaba desde algún lado.
-Mal –respondió Billie, volviendo a acariciar mi mejilla-. Súbele un café y algo para comer...
-Aspirina –susurré.
-Y una aspirina –gritó Billie, causando que yo cerrase mis ojos, fuertemente. Los gritos me aumentaban la resaca-. ¿Estás bien?
¿Cómo alguien podía ser tan cínico e hipócrita como él? La voz del guitarrista sonaba dolida y preocupada, como si nada le importara más que yo. Me dieron ganas de pegarle un fuerte puñetazo en la nariz, pero no estaba seguro de que mi mano me obedeciese al darle la orden. De hecho, al intentar levantarla para golpearle la mano con la que me acariciaba, lo único que logré fue levantarla un poco.
-Tarado –musité.
Las ganas de golpearlo se hicieron más intensos al sentirlo abrazándome, estrechamente. Intenté zafarme, sintiéndome asqueado, para finalmente conseguir soltarme, mas pasando a golpear mis codos contra la superficie en la que estaba apoyado. Recién ahí pude reconocer que me encontraba en el baño y que estaba apoyado contra el borde de la tina, junto al retrete. De algún modo, habían logrado entrar a mi habitación y me habían arrastrado al baño. Mentalmente, agradecí encontrarme ahí, ya que mis náuseas volvieron. Con un gran esfuerzo, me arrastré hacia el inodoro, y vomité.
-¿Qué pasó? –volvió a preguntar, a la vez que yo jalaba la cadena. Comenzaba a recuperar el control total de mi cuerpo.
-Te acostaste con April, ¡eso pasó! –espeté. Mi voz seguía áspera, pastosa y demás, pero me daba igual.
Billie me miró sin comprender, acercándose y quedando de cuclillas a mi lado nuevamente.
-¿Quién es April?
Fue la gota que colmó el vaso.
         Sin contenerme, le di un fuerte puñetazo en el rostro, causando que cayese de espaldas contra el frío y duro cerámico de mi baño. Desde ahí, me miró sorprendido, mientras yo me aferraba al retrete para no desmayarme o algo.
-¿Qué...? –Comprendió.- Tu novia era...
Aclaración: Durante el mes que estuve con ella, Billie supo que tenía novia, mas nunca le dije quién era. La verdad era que apenas sí hablábamos, y Mike estaba de acuerdo con que no era buena idea decírselo.
-Sí –mascullé.
Silencio.
-¿Sabías que era una pu...?
-Había dejado el trabajo antes de que empezáramos a salir –lo corté.
Nos quedamos mirando en silencio por varios instantes, él aún tirado en el suelo y yo aún con mi mano cerrada en un puño.
-¿Te contó el contexto? –preguntó.
Reí, irónicamente, a la vez que negaba con mi cabeza.
-No le pregunté por detalles.
Silencio.
-¿Quieres que me vaya? –me preguntó. Asentí. Sabía que terminaría por volarle sus dientes si se quedaba ahí- ¿No quieres saber por qué…?
-Por la mierda, Billie Joe, ¡ándate de mi casa!
Sorprendido por mi brusco grito, él se incorporó, asintiendo. Sin mirarme, salió del baño, para volver en seguida.
-Te quiero –susurró, mirándome intensamente.
En otros tiempos, esa mirada habría bastado para que me tirara encima de él, mas, en ese instante, esa mirada me causaba náuseas y asco.
-No te creo y no estoy interesado.
Se quedó mirándome un poco más y se fue.
Tardé varios minutos (los que creí que le tomarían al guitarrista la salida de mi casa) en pararme y salir del cuarto de baño, para encontrarme con mi habitación, la cual sólo ayudó a aumentarme la jaqueca. Era una asquerosa combinación de cigarrillos, alcohol y vómito. Aguantando la respiración, me dirigí hacia la puerta, la cual encontré derribada, cosa que explicaría la entrada de Billie a mi pieza. Sin más, bajé a la cocina.
-¿Por qué se fue Billie? –me preguntó Mike, decidiendo que no era buena idea preguntarme por mi estado.
-Porque es un imbécil –susurré, tomándome la aspirina que él había dejado sobre la mesada, junto a un vaso de agua fría-. ¿Qué día es?
Mi amigo se percató de inmediato que intentaba cambiar el tema. Debido a ello, no me preguntó por lo ocurrido arriba con Billie, como tampoco me preguntó el porqué de mi más reciente autodestrucción. En cuanto a mí, me limité a distraerme con la conversación, sin resultados reales: Los verdes ojos de April (totalmente diferentes a los del guitarrista) eran lo único que cabía en mi mente. Estaba harto de ello, me había encariñado demasiado y lo sabía. Lo único que quería en ese instante era que esa dolorosa presión desapareciera, quería que el sofoco que sentía desde el día que terminamos se detuviera… Porque, si seguía así, acabaría por dejar de respirar… Y no metafóricamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario