Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

lunes, mayo 09, 2011

Suffocate. - Capítulo 23: Confusión.


Desperté, extrañado de lo oscuro que estaba. Giré mi cabeza y quedé viendo el velador, sobre el cual descansaba el despertador, que indicaba que eran las dos de la mañana. Con una pequeña sonrisa, volví a girar mi cabeza, para quedar mirando a April, quien dormía a mi lado, bajo mi brazo derecho.
-¿Qué hora es? –preguntó en un susurro, sin abrir los ojos, aún adormilada.
-Las dos –respondí, ladeándome, para quedar frente a ella completamente-. ¿Quieres seguir durmiendo?
Asintió, acercándose a mí.
-Eso estaría bien –musitó.
Tímidamente, me acerqué  y le di un suave beso en la frente, ante lo que ella sonrió. Sin más, nos volvimos a dormir.
Cuando volví a despertar, ya era de día, y era ella quien me miraba con una sonrisa en su rostro.
-Hola tú –me saludó.
-Hola –respondí.
Nos quedamos mirando por varios instantes, sin saber qué decir o hacer. Ambos estábamos más que de acuerdo en que había sido algo genial y demás, pero… ¿Dónde quedaban los sentimientos? Es decir, yo, en lo personal, no tenía idea qué sentía por ella, como tampoco sabía si había superado a Billie por completo. Ni siquiera sabía el porqué la había besado en primer lugar, ni el porqué había continuado.
-Mejor nos levantamos –susurró, mirándome fijamente con sus verdes ojos.
-Sí… Iré a hacer el desayuno.
Se notaba que ninguno de los dos sabía si debíamos continuar como si nada hubiera ocurrido o sí debíamos admitir que algo había cambiado. Tácitamente, ambos optamos por la primera opción, por lo que nos salimos de la cama de inmediato, sin siquiera mirarnos. Me puse el bóxer y una polera cualquiera, mientras que ella se vestía en silencio. Apenas me puse los calcetines, salí de la pieza, para darle más espacio y privacidad, a la vez que me preguntaba si ella lo había hecho en búsqueda de algo más real o por algún otro motivo fuera de mi comprensión.
No me había dado cuenta que ya estaba en la cocina, por lo que tardé su tanto en comenzar a preparar un desayuno decente, el primero que hacía en bastante tiempo. Al estar pensativo, me sentí lo suficientemente inspirado como para hacer dos omelettes, al mismo tiempo que el café se preparaba en la cafetera.
Estaba sirviendo las omelettes en dos platos, cuando April entró a la cocina, tímidamente.
-Eso huele bien –musitó, mientras que yo servía los dos tazones de café.
-Yep, agradece que muero de hambre; hace tiempo que no hago un desayuno de verdad –murmuré, poniendo los tazones y los platos en la mesada-. Sírvete, cortesía de la casa.
Ella se sonrió, a la vez que yo me maldecía internamente por ser tan idiota. ESO había sido un intento de broma.
En fin, desayunamos en silencio, sin mirarnos, tras lo que dejamos todo en el lavaplatos.
-Será mejor que me vaya… Aún tengo que vender drogas si quiero conservar mi departamento –murmuró.
Asentí.
-Te acompaño a la salida.
Así la llevé a la puerta principal, donde nos quedamos mirando en silencio por varios minutos. Era todo tan confuso, que no me sentía capaz de despedirme.
-Adiós –susurró ella al fin.
-Adiós.
No se movió.
Lentamente, como si temiera que se alejara, me incliné hacia ella, quien sólo atinó a inclinar su rostro igualmente. Antes de ser plenamente consciente de lo que hacía, la besé, delicadamente, tras lo que me separé, levemente sonrosado, mas no tanto como ella.
-¿Nueva en esto de las relaciones?
April negó, con una amarga sonrisa.
-Hacía tiempo que no sentía algo por otra persona –admitió-. No tengo la más mínima idea de qué es lo que siento por ti, Tré, pero hay algo ahí que necesito comprender antes de… No sé, seguir adelante o quedar como amigos.
Asentí, quedamente.
-Yo igual necesito pensarlo –musité-. ¿Crees que mañana hayas descifrado qué es ese algo?
Negó.
-Pero si no nos vemos mañana, nunca lo haré –añadió.
Silencio.
-Te invito a cenar –farfullé, sin saber bien qué decía. Ella alzó una ceja-. Vienes acá a eso de las ocho, vamos a un restaurante, comemos y dejamos que las cosas fluyan, ¿ok?
Sonrió.
-Suena bien.
Tímidamente, se me acercó y me dio un beso en la mejilla, tras lo que dijo:
-Hasta mañana, Tré.
Sonreí.
-Hasta mañana.
Sin más, se fue.
Fue en ese instante en que mi celular comenzó a sonar, en algún lado de la casa. Corrí escaleras arriba, siguiendo el sonido, llegando a mi habitación, en cuyo suelo se encontraban los pantalones que había usado el día anterior, con mi celular en uno de sus bolsillos. Lo saqué y contesté.
-¿Tré? –me preguntó mi interlocutor, quien resultó ser Mike- Billie nos citó al estudio.
Sentí, levemente, cómo los nervios del día anterior volvían a aparecer, mas logré controlarlos.
-¿A qué hora? –pregunté, sin saber qué decir.
-Eh… Dijo “lo más pronto posible”, así que…
-Ok, voy para allá.
Colgué. ¿Con qué cara lo miraba ahora?
Tarado, ni siquiera debería importarte pensé, regañándome a mí mismo. No tienes idea del porqué te dejó, tienes todo el derecho del mundo de no sentirte culpable.
Sonreí, levemente. Era verdad. No tenía porqué sentirme culpable. Era un hombre libre… Y lo que había tenido con April la noche anterior se había sentido demasiado bien como para ser malo. Había sido algo bueno y, al contrario de mi relación con Billie, esto había sido estando consciente.
Con pensamientos similares en mente, fui a mi habitación, en cuyo baño me afeité y duché, tras lo que me sequé y me devolví a mi cuarto. Tomé un par de pantalones cualquiera y una camisa al azar, con su corbata correspondiente. Luego me puse mis converses rojas (las cuales se estaban convirtiendo en mis favoritas) y me devolví al baño, donde me arreglé el cabello rápidamente, tras lo que corrí al auto, el cual eché a andar de inmediato.
Pocos minutos después, me encontraba en el estudio. Aparqué el vehículo y bajé, con una pequeña sonrisa curvando mis labios: Billie aún no había llegado.
-¿Hola? –pregunté al aire, entrando al edificio.
-Hola –me saludó Mike, desde uno de los sofás, con una de las guitarras-. ¿Por qué siempre soy el que llega antes? Así terminaremos con un Homecoming II, ¿sabes?
Reí, levemente.
-No estaría mal.
Mike alzó una ceja.
-De nuevo andas de buen humor –Su tono de voz denotaba extrañeza.
-Eh… Sí –admití, sentándome en otro sofá.
El bajista dejó la guitarra de lado y me miró, fijamente.
-¿Por qué tienes un moretón en el cuello? –inquirió, con suspicacia.
-Porque… Eh… -No se me ocurrió qué inventar, por lo que, sin pensar, solté:- Me acosté con April.
Mike abrió mucho los ojos, sorprendido.
-Primero que nada, ¿quién es April?
Reí, nerviosamente.
-Mi traficante… O ex-traficante, hace tiempo que no le compro nada –farfullé-. Ahora somos amigos.
-Diría que más que amigos –comentó Mike-. ¿Estabas borracho?
-Nop.
-¿Lo estaba ella?
-No, mi querido Michael, no me aprovecho de la primera chica linda que encuentre ebria –respondí-. Los dos estábamos completamente sobrios, y mañana tenemos una “cita”.
Mi amigo me quedó mirando por varios instantes, sorprendido, al mismo tiempo que yo me acomodaba el cuello de la camisa, para disimular el moretón.
-Felicidades…
-Gracias.
Silencio.
-¿Escuchaste las canciones? –me preguntó, para cambiar el tema.
¡Mierda! Había dejado el CD corriendo mientras April y yo… Bueno, se entiende. El punto es que no le presté atención alguna a nada después de East Jesus Nowhere.
-Interpretaré tu cara como un “No, no escuché las canciones”. ¿Te digo qué hay que decir?
-Por favor –pedí.
-Ok… Que le quite el falsetto al final de Peacemaker, que Murder City tiene que ser más… No sé, desesperada… Y que Restless Heart Syndrome debe ser muchísimo más sufrida –explicó.
Asentí.
-¿Llegamos al tercer acto? –Mike asintió.- Mierda que nos costó.
-Sí.
Silencio.
Fue en ese instante que Billie entró, rápidamente, en dirección a la cabina de grabación, sin prestarnos ninguna atención. Antes de comprender lo que pasaba, vimos a Billie poniendo una cinta y apretando el botón de reproducir, tras lo que apretó el botón de grabar, para entrar corriendo.
-¡Desesperado! Mas no sin esperanza. Me siento tan inútil en la ciudad del asesinato… –cantó.
Tanto Mike como yo optamos por quedarnos donde estábamos, para no quitarle la inspiración. Tal como Mike había sugerido, la canción sonaba más desesperada y, al finalizar, Billie salió con una pequeña y cansina sonrisa.
-Esta mierda no me dejó dormir –se explicó-. En fin, ¿algún otro arreglo a las canciones?
-Sin falsetto el final de Peacemaker –dijo Mike.
-Y que Restless Heart Syndrome sea más sufrida –añadí.
Billie asintió, sin dignarse a mirarme a los ojos. Y no me importó.
El resto de la tarde en el estudio la pasamos revisando las nuevas canciones, viendo acordes y mierdas varias, tras lo que cada uno se fue a su hogar.
Una vez en mi casa, me tiré en mi cama, a pensar. Supuse que Billie estaría en algún hotel o similar, mientras que Mike se habría ido a su casa con Britt. Billie debería estar bebiendo o viendo televisión, o quizás estaba escuchando atentamente las miles de radio de su cabeza… Y Mike debería estar cuidando a Brixton, o conversando con Estelle y Brittney… Me sentí solo.
No me di cuenta cómo, pero terminé bocabajo en el lado de la cama en el que ella había dormido. Sonreí al detectar un leve olor a su aroma natural en la almohada.
Fue ahí que mi confusión desapareció por completo, para ser remplazada por una verdad evidente: Quería estar con ella.

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