Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 08, 2011

Suffocate. - Capítulo 20: "No importa lo que pase..."


Desperté, aturdido, en el suelo del living. De no ser por el fuerte dolor de estómago que tenía, probablemente habría seguido durmiendo, mas el dolor era demasiado para ello. Molesto, y seguro de que vomitaría, me incorporé y caminé hacia el baño, donde, tal como había predicho, vomité, y bastante. Con el rostro sudado, jalé la cadena y me dirigí al lavamanos, donde me lavé el rostro con abundante agua, en un intento de despejarme. Fue ahí que me di cuenta que también me dolía la cabeza.
-Nada que una ducha y un café no puedan arreglar –me aseguré, en un intento de animarme.
Pensando en eso, encendí el calefón, me desvestí y me metí a la ducha, donde dejé que el agua caliente recorriera todo mi cuerpo, intentando despertar y sacarme la resaca de encima. No sólo no funcionó, sino que casi me caí al salir.
-Mierda de día –mascullé, secándome rápidamente en el mismo baño, para luego dirigirme a mi habitación-. Me daré una sobredosis de aspirinas.
No estaba de humor como para buscar ropa decente, por lo que me limité a ponerme un par de jeans cualquiera y una viejísima polera de Pansy Division. Sin embargo, estaba saliendo de la pieza, cuando relacioné a Pansy con los gays en general… y a los gays en general con Billie… Me quité la polera y me puse otra.
No obstante, comencé a darme cuenta de algo: Pese a que me dolía el hecho de que Billie me hubiese usado y hubiese terminado conmigo sin motivo aparente, ya no sufría tanto… Así que o lo estaba superando o estaba todavía bajo los efectos del alcohol. Tendría que dejar que pasara el día para ver.
Estaba decidiendo ir a la cocina a hacerme un café y comer algo, en un intento de superar la resaca, cuando mi celular comenzó a sonar en alguna parte de la casa, la cual, al estar totalmente vacía, hacía que los sonidos se aumentaran. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda: Podía ser Billie.
Salí de la pieza corriendo, intentando ignorar el dolor de estómago que se produjo al hacerlo, siguiendo el sonido del celular. Así llegué de vuelta al living, en cuyo suelo se encontraba el equipo. Lo tomé y revisé la pantalla quien me llamaba. Me sorprendí al ver que decía “Traficante”. Aún sorprendido, contesté.
-¿Aló?
-Oh, gracias al cielo, estás vivo –murmuró ella, desde la otra línea.
-Hey, calma, no soy suicida –mascullé, extrañado de su reacción.
-Lo sé, se nota, pero… No sé, pensé que quizás, sin darte cuenta, bebiste de más, o quizás conseguiste otro traficante y… -Silencio.- ¿Cómo estás? ¿Te desperté?
Negué, tras lo que recordé que no podía verme.
-Tengo una resaca de mierda, pero me siento mejor que ayer… Y no, no me despertaste, mi dolor de estómago lo hizo –murmuré-. ¿Qué hora es?
-Las siete –musitó-. No dormí bien, me dejaste preocupada ayer.
-Lo siento –murmuré-. En fin, ¿qué harás hoy?
-Mmm… No sé, no quiero trabajar –musitó-. ¿Quieres estar solo o necesitas compañía?
-Compañía, si no te molesta –admití, temiendo terminar bebiendo porque sí.
-Ok… ¿Dónde nos juntamos?
Hice una mueca.
-Preferiría que vinieras tú –murmuré-. De paso te toco Longview si quieres, no sé, pero no tengo ganas de salir.
-Ok, dame tu dirección.
Se la di y colgamos, tras lo que me dirigí a la cocina, a hacerme mi bendito café. Fue ahí que recordé que no me quedaban aspirinas, por lo que no tenía ninguna cura para el dolor de cabeza ahí. Mierda.
Varios minutos después de haberme terminado mi café, cuando me encontraba en el living cambiando de canales rápidamente, el timbre sonó. Me paré de un salto y corrí a la puerta principal, cuyo seguro quité rápidamente, para luego abrir la puerta principal y encontrarme así con April.
-Hola –saludé, con una pequeña sonrisa que forcé; el dolor no había desaparecido.
-Hola –se me acercó y me dio un beso en la mejilla-. ¿Todavía te duele? –Asentí, con una mueca.- Bueno, traje esto, quizás te ayuda.
Sonreí al ver cómo me tendía una bolsa de farmacia, en la cual había un frasco de aspirina y un sobre de antiácido efervescente.
-Gracias.
La hice pasar a la casa. Sonreí para mis adentros al ver la cara que puso al darse cuenta lo grande que era mi hogar, mas no hice ningún comentario al respecto. Simplemente me dirigí a la cocina, donde me serví un vaso de agua helada, con la ayuda de la cual me tomé una aspirina, tras lo que volví a llenarlo para poner el efervescente.
-¿Vamos al estudio por mientras que esto se disuelve bien?
-Ok, pero te lo tomas.
Así la llevé al sótano, donde tenía todos mis instrumentos (baterías, más que nada). Quedó anonadada por la cantidad.
-Wow… ¿Te sientes lo suficientemente bien como para tocar algo?
Me tomé el antiácido de un largo sorbo.
-Yep, pero nada muy difícil –murmuré, pasándole el ahora vacío vaso-. ¿Longview?
-Por favor –pidió, mirando ansiosa como me sentaba en una de las baterías.
Quizás ustedes encuentren extraño que, con una gran resaca, quiera tocar batería. La verdad era que tocar un instrumento me relajaba lo suficiente como para olvidar mis molestias… y tocar canciones que me gustaban o que yo había hecho me ayudaba más aún.
Fue así como estuvimos en el estudio por varias horas: April nombrando canciones y yo tocándolas, al mismo tiempo que conversábamos de varios temas. Estábamos en una especie de burbuja, en la que ella no recordaba al cliente que le había hecho tanto daño y yo no recordaba a Billie. Claro que de tanto en tanto salíamos a buscar comida y bebidas, o a ir al baño, pero el punto es que estuvimos en el estudio la mayor parte del día.
Sin embargo, esa maravillosa burbuja de felicidad fue reventada repentinamente por el sonido de mi celular. Contesté, sin revisar la pantalla.
-¿Aló?
-Wow, alguien anda feliz –comentó Mike, desde la otra línea.
-Nah, sólo animado –murmuré-. ¿Qué ocurre?
-Llamaba para avisar que mañana tienes que ir al estudio… Billie al fin terminó de grabar las voces de lo que llevamos, y tiene más canciones.
Tanto mi sonrisa como mi alegría se desvanecieron al instante; tendría que ver al guitarrista. Apenas sí era consciente de cómo April me miraba preocupada.
-Ok –murmuré, quedamente.
-Hey, ¿qué pasa? –preguntó Mike, extrañado- Suenas raro. ¿Problemas con Billie?
Suspiré.
-Terminamos. Ayer. Mejor dicho, él me terminó.
Silencio.
-Wow, lo siento.
-No te preocupes. Me preocupa más cómo estaremos al vernos.
-Mmm… No sé, creo que será lo suficientemente profesional para fingir que nada pasa –murmuró.
Mentía. Ambos lo sabíamos.
-Sí, tienes razón.
Obviamente, él igual sabía que yo mentía.
-Bueno, hasta mañana –se despidió él.
Colgué, sin decir nada más.
-¿Tendrás que verlo? –me preguntó April, preocupada. Asentí.- ¿Estarás bien?
Negué.
-No lo sé. ¿Te molesta que te llame cuando salga? –musité.
Ella negó, con una pequeña sonrisa.
-Para nada. No importa lo que pase, estoy aquí –dijo.
También sonreí.
-Bueno, si te tienes que levantar temprano, mejor me voy… -comenzó.
-¡Pero si es temprano!
Ella negó, aún con una pequeña sonrisa.
-Son las diez, Frank. –La miré sorprendido.- Revisé la hora mientras hablabas con tu amigo, que, supongo, era Mike.
-Correcto. –Suspiré.- Bueno, te llevo a la puerta.
-Ok.
Subimos al primer piso y la llevé hasta el portón de la casa. Me despedí de ella con un beso en la mejilla y volví al interior de la casa, sintiendo, repentinamente, cómo todos mis problemas volvían a mí. Vería a Billie…
Y también volvió el dolor de cabeza. Mejor dicho, le presté atención. Apretando mucho los puños, en un intento de liberar el dolor, me fui a mi pieza, donde me quité todo menos los bóxers, coloqué el despertador y me metí a la cama, donde caí dormido de inmediato.

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