Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 08, 2011

Suffocate. - Capítulo 19: Demolición y Autodestrucción.


-Dame de todo.
April me miró sorprendida.
Había pasado una hora desde la ida de Billie, y yo sólo había atinado a subirme al auto y a andar a una altísima velocidad por algunas calles de Oakland, intentando ignorar mi necesidad. Pero no podía hacerlo más. NECESITABA desaparecer, necesitaba perder mi conciencia por completo. Necesitaba hundirme en toda esa mierda. No quería pensar más, porque pensar significaba, en este instante al menos, recordar a Billie.
-¿Qué pasó? –me preguntó, preocupada.
-Nada que te importe –mascullé.
Me miró fijamente, notando mis enrojecidos ojos.
-P… ¿Pasó algo con Billie?
No respondí.
-Dame de todo –repetí.
Ella negó, mirándome fijamente con sus ojos verdes.
-No.
Me acerqué más a ella.
-Dame de todo ahora –murmuré, acentuando cada sílaba, intentando ignorar que estaba haciendo exactamente lo que Billie había hecho conmigo en la mañana.
April negó, retrocediendo.
-No te daré nada en éste estado.
Una mueca de dolor curvó sus labios cuando la tomé por sus antebrazos, bastante fuerte, apoyándola contra la pared que había detrás suyo.
-¿Por qué no me venderás nada? –susurré, ignorando su expresión.
-¡Mierda, Frank, suéltame! –gritó ella, desesperadamente.
Fue ahí que me di cuenta que de sus ojos brotaban pequeñas lágrimas y que sus facciones demostraban el más puro de los dolores. Para acentuar esto, noté que en su cuello tenía una serie de moretones. Atónito, le solté un brazo y, suavemente, le levanté la manga del otro, para encontrarme con más moretones. Me quedé en silencio.
-¿Yo hice esto? –susurré, en referencia a los moretones del brazo, ante lo que ella negó- ¿Tu novio?
Ella volvió a negar, con una mueca.
-Un cliente –murmuró, recordándome su otro trabajo, el cual yo había olvidado.
Nos quedamos en silencio.
-¿Estás bien? –pregunté.
April rió, amargamente.
-He tenido peores –murmuró-. En fin, ¿vas a seguir gritándome o te irás a conseguir otro traficante?
Negué. No tenía ganas de hacer ninguna de las dos cosas. Repentinamente, las ganas de autodestruirme habían desaparecido.
-¿Frank? –preguntó.
-¿Quieres un café? –pregunté, sin saber qué decir.
-¿Eh?
Se notaba que no se esperaba eso de mí.
-Que si quieres un café –repetí-. En tu lugar, no querría estar aquí, debe ser incómodo.
April sonrió, amargamente.
-¿Por qué te interesa? –preguntó.
Me encogí de hombros, sin saber qué decir. No tenía idea del porqué me importaba tanto el asunto. Quizás, simplemente, no soportaba que alguien maltratara a una mujer o a una “amiga”, o, más simplemente aún, necesitaba urgentemente una distracción.
-No tengo idea, pero te invito a un café.
Ella alzó una ceja, tras lo que suspiró, dándose cuenta de que no cambiaría de opinión.
-Ok, todo para que no consumas nada –murmuró-. Ahora… ¿Podrías alejarte un poco? No me ayudas a sentirme “cómoda”…
Fue ahí que me di cuenta que, tras soltarla, no había vuelto a mi posición original, a unos tres pasos más atrás.
-Lo siento –susurré.
April negó.
-Ya, vamos por ese café que quieres –musitó, forzando una sonrisa, intentando disimular lo mucho que le dolían los diversos moretones.
Así comenzamos a caminar a través de diversas callejuelas, terminando en un café, varias cuadras más allá. El ambiente se notaba tenso de inmediato, mas ninguno de los dos sabía qué decir o hacer para cambiar esto. De hecho, hasta la camarera del local se percató de que había algo mal entre nosotros, ya que nos quedó mirando por un buen rato antes de ir a tomar las órdenes de otras mesas.
-Ok, tenemos que hablar de algo –solté, un eterno minuto después de que la camarera se fuera a buscar los cafés y los trozos de pastel que habíamos ordenado.
-No es mala idea –concordó ella-. Eh… ¡¿En qué mierda trabajas?!
Reí, levemente, percatándome de que no le había dicho NADA de mi vida personal.
-Estoy en una banda –respondí.
Fue su turno de reír, por un largo rato, causando que la mirase extrañado.
-¿Tú en una banda? ¿Y vives de eso? –inquirió sorprendida- ¿Qué tocas? ¿El triángulo eléctrico o el piano?
Negué, riendo. Era la primera persona en el mundo que no me creía lo suficientemente hiperactivo como para ser baterista.
-Batería –respondí. April abrió mucho los ojos-. ¿Qué?
-No te ves muy energético para eso…
-En realidad, puedo ser el ente más hiperactivo del mundo –comenté, honestamente. Ella alzó una ceja, al mismo tiempo que llegaba otra camarera con nuestras órdenes-. Mira, te mostraré.
Calmadamente, tomé los tenedores que venían con los pasteles y comencé a golpear la mesa con ellos, simulando que eran las cajas de mi batería, mientras que con el pie golpeaba el invisible pedal del invisible bombo. Al no tener platillos, tenía que hacer yo el sonido cada vez que golpeaba el aire donde usualmente los tenía. Así comencé a tocar “Master of puppets” de Metallica. Quedó sorprendida al verme moverme rápidamente. Toqué la mitad de la canción, tras lo que dejé mi tenedor junto a mi trozo de pastel y le pasé el suyo a April.
-Wow, eso hay que escucharlo en una batería de verdad –murmuró, mirándome fijamente, aún sorprendida-. ¿Eres conocido?
Asentí, quedamente, mientras ella tomaba un sorbo de café.
-¿Te suena Green Day?
Se atragantó.
-¡¿TÚ TOCAS LONGVIEW?!
Asentí, con algo de risa, tomando un sorbo de mi café.
-Esa canción estuvo de moda hace como quince años, ¿sabes?
-Sí, pero aún suena bien. Wow… ¿Y con quién estás ahí?
Mi sonrisa se borró.
-Billie y Mike, otro amigo –murmuré.
Un tenso silencio se creó entre ambos, silencio en el que nos limitamos a consumir un poco de lo que habíamos comprado.
-¿Vas a contarme qué pasó? –susurró.
Suspiré.
-Billie terminó conmigo –musité.
April abrió mucho los ojos.
-¿Por qué?
Negué.
-No me lo dijo. El asunto es que las cosas estaban bien ayer… Es decir, él había visto a su ex esposa con su nuevo novio y se había puesto triste, pero después parecía estar bien –me expliqué, atropelladamente; no me veía capaz de modular bien.
Ella hizo una mueca.
-A lo mejor terminó contigo porque aún amaba a su esposa –sugirió ella, en un susurro.
-No sé, simplemente me siento como la mierda. Necesito distraerme –murmuré-. Creo que iré a mi casa a beber y tocar algo, no sé…
April me miró, preocupada.
-¿Por qué no me acompañas a hacer las compras? Te mantendré ocupado un par de horas más y evitarás drogarte con… no sé, pasto del vecino –sugirió.
Con una pequeña y triste sonrisa, asentí.
Terminamos nuestros cafés y pasteles y nos dirigimos a un supermercado, donde ella compró varios víveres. Yo también compré unos cuantos (más que nada, cervezas y comida de microondas) y luego cada uno se dirigió a su hogar… Claro que ella me insistió por media hora con que no debía quedarme solo…
Y creo que tenía razón, ya que bastó con cerrar la puerta para darme cuenta de lo mucho que extrañaba al guitarrista. Era probable que April tuviera razón y que él nunca hubiera dejado de amar a Addie, pero eso no me ayudaba. De hecho, me hacía sentir usado.
Fue por eso que bebí y bebí y bebí, demoliendo todos mis pensamientos y autodestruyéndome lo más posible, para acabar vomitando en el baño todo lo consumido y más. Pero mi integridad física no me importaba, así que, apenas jalé la cadena, continué bebiendo, lamentándome de mi patética vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario