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Prólogo

domingo, mayo 08, 2011

Suffocate. - Capítulo 15: Quiero estar contigo.


El trayecto a mi casa transcurrió casi en completo silencio en el interior del auto. Lo único que lo rompía era el que había empezado a llover y el repiqueteo de la lluvia contra el techo del vehículo hacía un ruido más que audible por Billie y yo.
-Estás enojado.
No había ningún dejo de duda en su voz, lo estaba afirmando. Me conocía. Debido a ello, no me quedó otra que asentir. Suspiró.
-Como tú mismo dijiste, estuve casado con ella por casi quince años, ¿y quieres que deje de amarla por completo en cuatro meses?
Una brillante luz destelló rápidamente, seguida por un fuerte y sordo sonido. Un relámpago y su correspondiente trueno.
-Eso no es lo que quiero. Lo que quiero es que estés totalmente seguro de lo que sientes antes de empezar una nueva relación –murmuré.
Billie volvió a suspirar.
-Se lo dije a ella, y te lo digo a ti: Estoy superándolo.
-Y esa es sólo una forma de decir que aún puedes arrepentirte de tu decisión –musité.
Aprovechando que nos encontrábamos en una de esas calles por las que apenas pasan autos, Billie detuvo el vehículo y se volteó hacia mí.
-No estoy seguro de lo que siento por Addie, pero sí estoy seguro de lo que siento por ti. –Su voz sonaba segura, y sus ojos se veían sinceros, lo cual acentuó con un simple:- Tré…
Negué, desconfiado. Pese a que todo me indicaba que no mentía, no podía creerle.
-¿Y, exactamente, qué es lo que sientes por mí, si pudiera saberse? –inquirí.
Silencio.
-Yo…
-¿Ves? Ni siquiera estás segu…
En un rápido movimiento, Billie se me acercó y me besó, lentamente, sorprendiéndome por la repentina intensidad que le daba el beso, como intentando poner todo lo que sentía en un simple beso.
-Te quiero –susurró, sonando más sincero que nunca-, y por eso quiero estar contigo. Y pobre de ti que lo vuelvas a poner en duda, porque me pondré más cargante de lo que me ponía con Addie en un principio.
Sonreí, levemente.
-Eso es imposible –susurré.
-Contigo lo es –musitó. Se sonrojó de inmediato, ante lo que solté una leve risa-. ¿Qué?
-Eres tierno –comenté, encogiéndome de hombros.
Sin saber muy bien qué hacer, me acerqué y lo abracé, apoyando mi rostro en su hombro, cómodo con la posición. Me separé a los varios minutos, tras lo que él me acarició el rostro, suavemente.
-Mejor nos vamos, antes de que pase una tropa de autos que empiecen a tocarnos las bocinas y a gritarnos “maracos de Roblelandia” –musitó Billie, sonriendo.
-Tienes razón.
Echó a andar el auto nuevamente y nos dirigimos a mi casa, donde él se ofreció a preparar el almuerzo. Realmente se sentía mal por haber dicho que quizás todavía amaba a Addie, por lo que decidí que lo mejor era acceder.
-¿Y qué hacemos ahora? –pregunté, una vez terminado el almuerzo, tras haber acabado de lavar la escasa loza utilizada.
-Mmm… Tengo una idea –respondió Billie, con una mirada un tanto pervertida.
En menos de un segundo, él había atravesado la distancia que nos separaba, para besarme, intensamente. Me sorprendí al darme cuenta que, por primera vez, no estábamos dejando que la timidez se interpusiera entre nosotros. Finalmente estábamos avanzando…
-Te quiero –me susurró al oído, tras lo que se dedicó a besarme el cuello.
-Yo a ti –susurré yo, intentando controlar todo lo que sentía.
No estoy seguro de cuánto nos tomó llegar a mi habitación, pero sé que nos tomó bastante salir.

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