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Prólogo

lunes, mayo 09, 2011

Rotting - Capítulo 30: El diagnóstico.


-¿April Gallagher? –me preguntó una voz masculina, sobresaltándome y sacándome de mi ensimismamiento.
Era un sujeto alto, de cabello castaño y ojos azules. Se veía un tanto musculoso, mas, aún así, bastante delgado. Con una disimulada desconfianza, se me acercó, a la vez que yo asentía.
-Tú debes ser Mike.
-Yep –musitó él, sentándose a mi lado-. Y no es tu culpa.
Algo en mi rostro debió reflejar lo culpable que me sentía por el estado de Tré. Estaba segura que se había alcoholizado tanto por mi culpa. Es decir, cuando terminó con Billie, había ido directo a mí a buscar drogas y demás, ¿qué me decía que al haber terminado conmigo no se había emborrachado para olvidar?
-¿Qué es lo que tiene? –me preguntó Mike, decidiendo que sería mejor distraerme un poco. Negué, abatida.
-Sólo me dijeron que era algo hepático. Están viendo qué. Te llamé porque creí que sus amigos debían saber donde andaba –susurré, intentando disimular lo sorprendida que me sentía por lo rápido que había llegado el bajista. Se notaba que eran buenos amigos… Y que este sujeto no sabía respetar una norma de tránsito.
Él asintió.
-Llamé a Billie Joe –musitó, un tanto incómodo.
Al igual que cada vez que algo me recordaba a ese imbécil, sentí un fuerte retorcijón en el estómago, entremezclado con un escalofrío, ambas reacciones que sólo sentía cuando algo me provocaba el más puro de los ascos.
-Ok –mascullé, preguntándome si él sabría qué clase de amigo tenía.
Nos quedamos en silencio. Al parecer, él tampoco se sentía lo suficientemente cómodo o seguro como para decir algo. Para empezar, no nos conocíamos y ambos nos encontrábamos más que preocupados por el estado de Tré.
-¿Por qué terminaron? –susurró mi acompañante, sorprendiéndome levemente. Tenía entendido que Mike era el antisocial del “súper grupo”, como Tré les decía.
Tré…
Me regañé mentalmente por atreverme a empezar a divagar en él.
-Le dije algo que no debí haberle dicho –musité; en parte era verdad. No me gustaba mentir, pero no quería ser quien le revelara lo puto que era su amigo. No se lo había dicho a Tré y tampoco se lo diría a él.
Mike negó.
-Sé que no me estás diciendo la historia completa, pero en este momento me da igual –musitó-. Algo me dice que no estás de humor como para sostener una discusión.
Sonreí, amargamente.
-Gracias –susurré.
Volvimos a quedarnos en silencio. Él mirando el techo y yo apoyando mi rostro entre mis manos. Estaba desesperada. Lo único que podría calmarme en ese instante eran los azules ojos de Tré, o alguna caricia o abrazo de él… No, la verdad es que me bastaba su presencia a lo lejos. Pero eso no podría ser…
-Hola –musitó una voz masculina, la cual me causó un escalofrío al instante. Por reflejo levanté la mirada, para ver cómo Mike le respondía el saludo con un estrechón de mano. Yo me limité a hacer una mueca, la cual el guitarrista me devolvió. Se sentó al otro lado de Mike.
No me sorprendí al darme cuenta que Mike estaba comenzando a atar cabos. O sea, dudo que estuviera pensando “oh, él engañó a Tré con ella, porque ella era puta”, pero parecía notar que había algo raro entre nosotros... Aparte de que ambos habíamos salido con el mismo tipo en el mismo año.
-Voy por un café –musité, poniéndome de pié, harta del silencio y de estar sentada. Necesitaba pensar en algo que no fuese ni la situación con Billie ni en Tré, y un café podría ayudarme.
Pero el plan no salió como lo esperaba, ya que, cuando iba a mitad del pasillo, escuché al guitarrista decir “también voy por algo”. Cerré fuertemente los ojos y continué caminando, fingiendo no haberlo escuchado.
-Tenemos que hablar –susurró, acercándoseme, mas aún detrás de mí.
-¿Sobre qué? –inquirí, sin voltearme, sacando unas monedas de mi bolsillo para comprar el café en la máquina que ya tenía frente a mí.
Billie suspiró.
-¿Por qué se lo dijiste?
También suspirando, me volteé, para encararlo.
-Porque, al contrario de ti, no soporto mentirle a la gente que amo –respondí, de un modo un tanto brusco; no quería demostrar debilidad frente a él. Lo que me había hecho era, técnicamente, una violación.
Él negó.
-Prefiero eso a verlos sufrir –susurró-. Debiste haberlo visto estos últimos días… Él… Tré estaba…
-¡No quiero saberlo! –exclamé, desesperándome, sintiendo como lágrimas de impotencia comenzaban a agolparse. Parpadeé rápidamente, para disimularlo- ¿Cómo crees que estaba yo? La persona que más me importaba en el mundo me odiaba, ¡y por algo que yo no causé!
-¿Y por qué no le dijiste que todo fue mi culpa?
Su tono era suspicaz. Reí, amargamente.
-No te estaba defendiendo… Sólo… -Mi sonrisa se cambió por una melancólica.- Deberías oírlo hablar del grupo… Junto a sus hijos, es lo que más le importa. Si le decía la verdad, además de terminar conmigo, dejaría el grupo, sólo para evitarte. Dudo que hubiese sobrevivido.
Silencio.
-¿Por qué se lo dijiste? –repitió, ahora afligido- Todo iba tan bien…
-Para ti es fácil decirlo –mascullé-. No eras quien lo veía todos los días diciéndote cosas lindas, no tenías que aguantar con la culpa cada vez que lo besabas… No tenías que mentirle cada vez que despertabas por una pesadilla debido al incidente. Sonará egoísta, pero no podía guardármelo más. Necesitaba apoyo y tenía la ingenua esperanza de que él…
Me corté. Había soltado todo lo que había sentido durante ese largo mes, y no me sentía para nada aliviada. Al contrario. Me sentía más necesitada que nunca.
-Lo siento –susurró-. De verdad.
Negué. Me daba lo mismo si él lo sentía con todo su corazón y demás, eso no cambiaba las cosas.
-Vuelve donde Mike, necesito estar sola por unos momentos –musité.
Él asintió y, sin añadir nada más, se fue de vuelta con su amigo. Suspiré, aliviada, tras lo que compré mi café y lo bebí sentada en el piso de esa parte del hospital, la cual no tenía asientos (¿quién es tan tarado como para poner una máquina de café lejos de la sala de espera?), intentando no pensar ni en la conversación que acababa de tener ni en Tré.
Pero, tras terminar el café, no tenía otra opción que volver a la sala de espera. Si algo pasaba, los médicos debían comunicármelo a mí, debido al papeleo, por lo que tenía que estar allá.
Efectivamente, cuando llegué, me encontré con Mike discutiendo con el doctor porque no quería compartir la información.
-¿Me buscaba? –pregunté, sacando la voz de quién sabe dónde.
El médico me miró, un tanto sobresaltado; había aparecido por su espalda.
-Señorita Gallagher… Tenemos malas noticias –susurró.
Sentí que el pulso se me aceleraba. Algo me decía que Mike y Billie estaban en estados similares.
-¿Qué ocurre? –pregunté.
Concéntrate en respirar, concéntrate en respirar me dije.                              
-El señor Wright tiene cirrosis –contestó el doctor-, y bastante avanzada. La única forma para salvar su hígado es con un trasplante inmediato… Pero me temo que ningún banco de órganos le daría un hígado a alguien que indica ser alcohólico o que bebe mucho.
Silencio.
-¿No hay otra opción? –preguntó Mike, siendo él el primero en recuperar el habla. El médico asintió- ¿Cuál?
-Existe un procedimiento en el que otra persona dona la mitad de su hígado, ya que éste puede regenerarse en corto tiempo. Así el señor Wright tendría su hígado y sanaría, y el donante… Bueno, su hígado igual se regenerará, pero deberá someterse a los riesgos de la operación –se explayó.
Los tres intercambiamos una mirada. Billie cerró los ojos, como reprimiendo algo, tras lo que dijo:
-Examínenos y díganos quién es compatible.

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