Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter two.


Cada milímetro de su cuerpo le dolía, fuertemente. Sentía una fuerte punzada en la espalda, y sentía los brazos y piernas muy pesados, pero no tanto como sus párpados. No lograba abrirlos.
Bip, bip... Ese sonido la estaba desesperando.
¿Dónde estaba? ¿Qué había ocurrido? Lentamente, comenzó a ordenar los sucesos en su mente: Subió al autobús, subió la mujer y sus hijos, subieron los cinco amigos, subió el vendedor de dulces... Subió Billie Joe.
Bip, bip, bip... ¿No podía ese pitito callarse de una buena vez?
Billie Joe había tocado Good Riddance... Y a mitad del segundo coro, un bus había chocado al pequeño autobús y se habían volcado. Entonces... ¿Qué le había pasado ella? ¿Estaba muerta?
Bip, bip, bip, bip... Ese debía ser el lector de su ritmo cardíaco.
Sin dudarlo, abrió los ojos.
Estaba mirando fijamente a un techo, de color blanco. Lentamente, se sentó. Hizo varias muecas a causa del dolor, pero éste no le importaba. Sólo quería saber dónde se encontraba.
El cuarto era blanco, y estaba desierto. Había un par de sillas, una vacía y la otra con su ropa; una alfombra, un velador y un pequeño botón negro al lado de la cama. Fuera de eso, la habitación estaba vacía. El botón debía ser para llamar a la enfermera...
Decidida, tomó el botón y lo apretó, varias veces. No tardó en recibir a una enfermera apurada y sorprendida, quien la miró extrañada.
-¿Estás despierta? –preguntó.
-No, yo acostumbro a dormir con los ojos abiertos y a apretar botones mientras lo hago –ironizó la adolescente-. ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?
La enfermera tomó el historial que había a los pies de la cama y se acercó a ella.
-Estuviste en un choque. Tú y el músico son los que salieron mejor parados. El chofer murió, junto a otros tres pasajeros. Eres la primera en despertar –sacó un lápiz de su bolsillo-. Ahora, no andabas con ninguna identificación.
-No he sacado el carné –confesó-. Venció hace años.
-Bueno... Sacamos el número de tu casa de tu celular, tu madre dijo que vendría en cuanto pudiese –la adolescente rió-. ¿Qué?
-Ella no vendrá. Poco le importo –contestó.
-Ok... Bueno, si quieres llamar a alguien, tu celular y todas tus pertenencias están en el compartimiento del velador. Si te falta algo, házmelo saber –le informó la enfermera-. Ahora... ¿Puedes decirme cuál es tu nombre?
La chica asintió.
-Mi nombre es Jennifer Kiffmeyer.
La enfermera asintió.
-Bueno, Jennifer... ¿Sabes el nombre de alguien del autobús? Sólo conseguimos el nombre de unos cuantos.
-Había una chica, un poco menor que yo, que iba con su hermano. Ella se llamaba Annie y el hermano Leo. Había otra niña, un poco mayor que Leo, llamada Emma –comenzó a recordar, mientras la enfermera anotaba rápidamente todo-. Había un grupo de cinco adolescentes. El único chico con guitarra se llamaba Carl. Y el músico se llama Billie Joe Armstrong.
La enfermera la miró, extrañada.
-¿Cómo lo sabes?
-Lo reconocí... Tiene una banda, Green Day –explicó Jenny-. No tengo idea que hacía cantando en un autobús....
La mujer asintió y garabateó algo más en la hoja sobre la cual escribía, mientras que Jenny revisaba sus pertenencias.
-Falta mi MP4 –notó.
-Eso... Bueno, caíste sobre él. Lo tengo junto a los demás objetos, pero se le trizó un poco la pantalla y tiene la parte de atrás rota...
-Eso ya estaba así –dijo Jennifer, con una sonrisa-. Como sea, ¿cuándo me dan de alta?
La enfermera revisó el historial una vez más, antes de sacar un beeper de su bolsillo.
-Llamaré al médico a cargo, para que te mande a tu casa... Con permiso.
La enfermera salió, dejando a Jenny a solas.
Lo primero que hizo, fue tomar su celular y marcar el número del editor, para avisarle que no llegaría ese día y que había estado en un accidente de autos. Él quedó muy sorprendido, y le dijo que, si ella quería, podían tomarse el día siguiente libre. Ella agradeció y cortaron la comunicación, al mismo tiempo que el doctor entraba en su habitación.
Tras evaluarla, rápidamente, el médico le dijo que podía irse. Ella le dio las gracias, se paró, se vistió, tomó sus cosas y salió de la habitación. No tenía ganas de ir a su casa aún. Decidió quedarse dando vueltas en el hospital.
 Estaba por llegar a una escalera, cuando vio a la misma enfermera que la había atendido, corriendo, hacia una de las habitaciones del pasillo.
-¡Dejen de llenarlo de preguntas! –exclamaba la enfermera, sacando a un montón de... ¿reporteros?- Por muy famoso que sea, acaba de despertar. Si quieren saber del choque, pregúntenle a ella –señaló a Jenny, quien estaba ahí parada como idiota.
Por primera vez, Jenny entendió el porqué nadie quería hacerse famoso.

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